Cuando abro los ojos
lo primero que siento es mucho frío. Hace un aire atroz y me pregunto porqué no
he cerrado la ventana. Luego me doy cuenta de que no estoy exactamente en mi
habitación. No se donde estoy. Y además estoy empapada, calada hasta los
huesos. Miro a mi alrededor asustada. Estoy sola. Los recuerdos me asaltan y
aunque ahora me siento reacia a creerlo de nuevo y pienso que quizás me
hicieron tomar algo que me hizo alucinar, me pregunto donde están el dragón y
el chico.
Necesito de toda mi
fuerza de voluntad para levantarme del arenoso suelo. Muy arenoso, pero no
estamos en una playa o al menos no hay agua por ninguna parte. No es un
desierto, es de día pero no hace calor, además, creo que a lo lejos hay algo
más que arena. Empiezo a andar dificultosamente hasta llegar a lo que resulta
ser una pared. ¿Estoy en un sitio cerrado? Levanto la vista y bastantes metros
por encima de mí veo un techo de cristal tan transparente que apenas adivino su
existencia. Vaya, ahora me toca encontrar una puerta. El problema es que no
está en este costado y el lugar parece realmente enorme.
Lo primero que quiero
hacer es salir de aquí y hacer todas las preguntas que no me atreví a hacer
ayer. Ahora hay más, por supuesto. Cómo puedo regresar a mi casa es la más
importante de ellas. O al menos la primera en mi lista. Tampoco puedo asegurar
que mi casa siga en pie. Quizás lo del fuego también — o solo esa parte — me lo
imaginé. Hay demasiadas incógnitas y muchas cosas que realmente no quiero
saber. ¿Habrá magos y brujas? ¿Y hadas y unicornios? A mi madre le gustaría
estar aquí, sin duda. Sonreiría y diría que es su sueño hecho realidad. Mi
padre simplemente estaría, por estar. Como hace siempre. Pero no es mala
persona, es solo que no se involucra mucho y se adapta demasiado a todo lo que
le imponen.
A la yo de ayer por
la tarde le provocaría arcadas solo la existencia de un lugar donde todo eso
pudiera estar, y la verdad es que aún me disgusta la idea, mas que puedo decir
después de haber sido salvada de un incendio por una persona misteriosa, haber
volado encima de un dragón por horas, haberme ahogado en el océano y seguir
viva para contarlo.
De pronto una idea
ocupa mi mente. ¿Y si no lo estoy? Viva, me refiero. Quizás estoy muerta. Tal
vez mure al hundirme en el agua. O antes. En el incendio. Podría ser que eso
fuera el viaje a lo que hay después de la muerte y esto...lo que hay después de
la muerte en sí. De ser así, es bastante solitario. No hay nadie, no hay nada,
solo arena y paredes. ¿No hay otras personas muertas? Como me gustaría ahora
mantener una conversación lógica. Estar en clase de biología y tomar apuntes
sobre las capas de la piel. Sí, al menos eso suena más real que este lugar, sea
lo que sea. Nunca creí en el cielo o el infierno, ni en dios y en general,
jamás pensé que había una vida después de la muerte, y mira ahora.
Me rugen las tripas
y el hambre y el cansancio se vuelven ahora tan reales que me replanteo la idea
principal. La de que no estoy muerta, sino que llegué aquí en un dragón. Las
dos me parecen descabelladas, mas al menos no me siento tan sola en la primera
que en la segunda.
Doy vueltas y
vueltas, todo se ve igual. Mi ropa se seca, queda arrugada y, llena de arena mi
magullado cuerpo, pero al menos ya no siento tanto frío como al principio. No
se cuanto tiempo llevaré inconsciente, no el suficiente para secarme, pero sí
para tener bastante hambre. Podrían haber pasado días enteros y todo, de ser
por eso. Casi no me quedan fuerzas para seguir andando y me dejo caer en el
suelo en medio de esta nada enorme. Solo encontré una de las cuatro paredes, y
no soy capaz de ver las demás por ninguna parte. ¿Y si son de cristal?
Estoy llorando. Lo
noto cuando una de las saladas lagrimas cae sobre mi brazo y me escuece la
piel. No hago ademán de parar las lágrimas, al menos me siento más humana. ¿Qué
persona no lloraría en mi situación? No se donde estoy, no se como he llegado
aquí y seguramente no volveré a ver a las personas a las que quiero. Nunca
podré cumplir mis sueños. Además, todo lo que siempre defendí se ha vuelto una
mentira. Ya no puedo creer en nada, ni en lo que yo misma me induce en creer.
No, no es así. Tengo que creer en algo que siempre negué. No se que es peor.
Sí, realmente llorar me demuestra que aún me queda algo de cordura.
Descanso tanto como
puedo pero no me vuelvo a dormir, se que de hacerlo seguramente no me sería
fácil despertar. Me apoyo en las palmas de las manos y me incorporo con aún más
dificultad que la primera vez. Si no me hubiera alejado tanto, podría regresar
a la primera pared y golpear o encontrar algún agujero para escapar. ¿Escapar a
dónde? ¿Hay algo fuera? Sacudo la cabeza para quitar esas ideas. Tiene que
haberlo.
Ya no lloro, quizás
no me quedan más lagrimas. No me gusta no llorar, la sensación se sentía
cálida, autentica. Quizás era lo único autentico. No se cuanto tiempo más podré
seguir andando sin más, mas no me siento preparada para rendirme. Si ayer no me
importaba morir ahogada ahora hay una voz en mi cabeza que me chilla todo lo
que me espera en mi hogar. Podría olvidar esto y seguir con mi vida. Solo tengo
que salir de aquí.
La cara del chico,
lo tranquilo que estaba mientras nos dirigíamos a lo que parecía una muerte
asegurada también se pasea por mi cabeza. Fue la primera vez que le vi de
frente. Lo que me sorprendió de eso era lo normal que parecía. Nunca creí en
todo eso, pero siempre pensé que de existir, serían diferentes. Quizás tendrían
la piel verde o los ojos rojos. Pero él tenía la piel y los ojos de un marrón
oscuro. No es nada extraño, es demasiado común. Quizás si hubiera tenido dos
bocas o tres ojos me resultaría más creíble verle montando a un dragón.
Miro de nuevo hacía
arriba. Tal vez es porqué mis ojos están cansados, mas me parece que no hay
nada que separe mi mano de rozar el cielo azul. No hay ni una sola nube en él,
se ve muy hermoso. Me gustaría sentarme en un banco del parque y sacarle una
fotografía con mi móvil. Un recuerdo bonito. Seguramente mi móvil, como el
resto de mis cosas, estará quemado. También toda mi ropa. Recuerdo que llevo el
pijama y pienso que no pasará nada si cierro los ojos ahora mismo y empiezo a
dormir de nuevo, que ya voy vestida para eso. Aún así, me obligo a seguir
andando.
Suelto un chillido
cuando veo casas a lo lejos. Llevo más de seis horas andando y había perdido
cualquier esperanza. Solo tres casas, pequeñas y separadas la una de la otra
por un buen trozo, pero allí están. No parece que viva nadie por aquí. No hay
agua, ni plantas, por lo tanto es imposible que hayan animales y personas.
La verdad es que no
he visto un solo árbol o planta desde que desperté, solo arena por todas
partes. ¿Cómo es que puedo respirar? Me dirijo a la primera de ellas y cuando
llamo a la puerta está cede con el más leve golpe. No hay nadie dentro y me da
miedo entrar. La casa es pequeña y está amueblada, por decirlo de alguna
manera, ya que apenas hay una mesa, dos sillas, una cama y un armario. No me lo
pienso mucho, la visión de la cama puede conmigo, y quizás en el interior de
ese armario hay algo — me da igual en que estado — para comer.
Entro en silencio y
cierro la puerta detrás de mí. Me acerco al armario y lo abro. No hay nada más
que sabanas y un mantel hecho polvo. Me estiro en la cama y pienso que nadie se
ha muerto por estar un solo día sin comer, pese a que realmente no se cuanto
tiempo hace, y que después de dormir podré ir a buscar en las otras casas.
Cuando me despierto
aún brilla el sol pero eso no confirma nada, podría haber dormido solo dos
horas o haber dormido todo un día entero. Me cuesta levantarme, aunque estoy
más descansada el hambre me está matando. Me da pena abandonar la casa, al
menos sería un buen lugar para morir de hambre. Y de sed. No hace calor, pero
llevo bastante tiempo sin beber nada. Seguramente moriré antes de sed que de
hambre, ya que ahora mismo estoy tan seca que no podría hablar si lo intentara.
Me cuesta mucho
llegar a la siguiente casa, cuando realmente no está tan lejos como aparenta, y
noto que es apenas un poco más grande que la anterior. Llamo a la puerta y
espero, luego intento abrirla yo misma, con las pocas fuerzas que me quedan.
Estoy a punto de desistir cuando cede. Exactamente los mismos muebles, dejando
de banda un cubo de madera, que para mi desgracia parece haber tenido leche en
su interior, pero ahora ya no queda. Lo lamo de forma desesperada, y siento el
dolor de una astilla de madera rozar mi lengua, por lo que abandono.
Desesperada, absorbo la poca sangre que me sale y aunque tiene un sabor
horrible no me importa. Abro los armarios en busca de algo que llevarme a la
boca, algo que me hidrate, cualquier cosa. Revuelvo las sabanas y las pocas
pertenencias personales que hay y me levanto. No volveré a dormir, no sería
buena idea.
Salgo de la casa y
empiezo a andar hacía la siguiente. Ahora si que hace calor. Bastante más que
antes, pese a que creo que no he pasado tanto tiempo dentro de la casa. A la
tercera de esta empiezo a verla cada vez más lejos y me pregunto si realmente
está tan distanciada de las demás o si estoy tan mareada que mi mente me juega
malas pasadas.
Me gustaría tener un
lugar en el que apoyarme, mas solo hay arena cubriendo el suelo, que hace un
rato descubrí que no es de tierra, si no de rayuelas marrones. No se como no me
di cuenta al principio, por eso no crece nada aquí. Me gustaría intentar
levantar alguna para ver que hay debajo pero dudo tener la suficiente fuerza
para hacerlo, tal vez no haya nada y esté perdiendo la oportunidad de encontrar
algo, quizás agua, en la casa. Parece sin duda más grande que las demás.
Después de lo que
podrían haber sido horas estoy a pocos metros de la casa, que incluso aparenta
tener dos plantas e intento esbozar una sonrisa pensando que allí de seguro
tiene que vivir alguien y que podré beber y comer algo, y quizás hacer las
preguntas que llevan conmigo desde que subí a ese bicho. ¡Hablar con alguien!
Parece que lleve una eternidad sin hacerlo, parece que lleve una eternidad sin
abrir la boca, en realidad. Llamo a la puerta y la empujo y la empujo y la
empujo, mas no se abre y tras muchos intentos me desplomo apoyada en esta y no
puedo evitar pensar que esto es el final.
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