2. Arena


Cuando abro los ojos lo primero que siento es mucho frío. Hace un aire atroz y me pregunto porqué no he cerrado la ventana. Luego me doy cuenta de que no estoy exactamente en mi habitación. No se donde estoy. Y además estoy empapada, calada hasta los huesos. Miro a mi alrededor asustada. Estoy sola. Los recuerdos me asaltan y aunque ahora me siento reacia a creerlo de nuevo y pienso que quizás me hicieron tomar algo que me hizo alucinar, me pregunto donde están el dragón y el chico.
Necesito de toda mi fuerza de voluntad para levantarme del arenoso suelo. Muy arenoso, pero no estamos en una playa o al menos no hay agua por ninguna parte. No es un desierto, es de día pero no hace calor, además, creo que a lo lejos hay algo más que arena. Empiezo a andar dificultosamente hasta llegar a lo que resulta ser una pared. ¿Estoy en un sitio cerrado? Levanto la vista y bastantes metros por encima de mí veo un techo de cristal tan transparente que apenas adivino su existencia. Vaya, ahora me toca encontrar una puerta. El problema es que no está en este costado y el lugar parece realmente enorme.
Lo primero que quiero hacer es salir de aquí y hacer todas las preguntas que no me atreví a hacer ayer. Ahora hay más, por supuesto. Cómo puedo regresar a mi casa es la más importante de ellas. O al menos la primera en mi lista. Tampoco puedo asegurar que mi casa siga en pie. Quizás lo del fuego también — o solo esa parte — me lo imaginé. Hay demasiadas incógnitas y muchas cosas que realmente no quiero saber. ¿Habrá magos y brujas? ¿Y hadas y unicornios? A mi madre le gustaría estar aquí, sin duda. Sonreiría y diría que es su sueño hecho realidad. Mi padre simplemente estaría, por estar. Como hace siempre. Pero no es mala persona, es solo que no se involucra mucho y se adapta demasiado a todo lo que le imponen.
A la yo de ayer por la tarde le provocaría arcadas solo la existencia de un lugar donde todo eso pudiera estar, y la verdad es que aún me disgusta la idea, mas que puedo decir después de haber sido salvada de un incendio por una persona misteriosa, haber volado encima de un dragón por horas, haberme ahogado en el océano y seguir viva para contarlo.
De pronto una idea ocupa mi mente. ¿Y si no lo estoy? Viva, me refiero. Quizás estoy muerta. Tal vez mure al hundirme en el agua. O antes. En el incendio. Podría ser que eso fuera el viaje a lo que hay después de la muerte y esto...lo que hay después de la muerte en sí. De ser así, es bastante solitario. No hay nadie, no hay nada, solo arena y paredes. ¿No hay otras personas muertas? Como me gustaría ahora mantener una conversación lógica. Estar en clase de biología y tomar apuntes sobre las capas de la piel. Sí, al menos eso suena más real que este lugar, sea lo que sea. Nunca creí en el cielo o el infierno, ni en dios y en general, jamás pensé que había una vida después de la muerte, y mira ahora.
Me rugen las tripas y el hambre y el cansancio se vuelven ahora tan reales que me replanteo la idea principal. La de que no estoy muerta, sino que llegué aquí en un dragón. Las dos me parecen descabelladas, mas al menos no me siento tan sola en la primera que en la segunda.
Doy vueltas y vueltas, todo se ve igual. Mi ropa se seca, queda arrugada y, llena de arena mi magullado cuerpo, pero al menos ya no siento tanto frío como al principio. No se cuanto tiempo llevaré inconsciente, no el suficiente para secarme, pero sí para tener bastante hambre. Podrían haber pasado días enteros y todo, de ser por eso. Casi no me quedan fuerzas para seguir andando y me dejo caer en el suelo en medio de esta nada enorme. Solo encontré una de las cuatro paredes, y no soy capaz de ver las demás por ninguna parte. ¿Y si son de cristal?
Estoy llorando. Lo noto cuando una de las saladas lagrimas cae sobre mi brazo y me escuece la piel. No hago ademán de parar las lágrimas, al menos me siento más humana. ¿Qué persona no lloraría en mi situación? No se donde estoy, no se como he llegado aquí y seguramente no volveré a ver a las personas a las que quiero. Nunca podré cumplir mis sueños. Además, todo lo que siempre defendí se ha vuelto una mentira. Ya no puedo creer en nada, ni en lo que yo misma me induce en creer. No, no es así. Tengo que creer en algo que siempre negué. No se que es peor. Sí, realmente llorar me demuestra que aún me queda algo de cordura.
Descanso tanto como puedo pero no me vuelvo a dormir, se que de hacerlo seguramente no me sería fácil despertar. Me apoyo en las palmas de las manos y me incorporo con aún más dificultad que la primera vez. Si no me hubiera alejado tanto, podría regresar a la primera pared y golpear o encontrar algún agujero para escapar. ¿Escapar a dónde? ¿Hay algo fuera? Sacudo la cabeza para quitar esas ideas. Tiene que haberlo.
Ya no lloro, quizás no me quedan más lagrimas. No me gusta no llorar, la sensación se sentía cálida, autentica. Quizás era lo único autentico. No se cuanto tiempo más podré seguir andando sin más, mas no me siento preparada para rendirme. Si ayer no me importaba morir ahogada ahora hay una voz en mi cabeza que me chilla todo lo que me espera en mi hogar. Podría olvidar esto y seguir con mi vida. Solo tengo que salir de aquí.
La cara del chico, lo tranquilo que estaba mientras nos dirigíamos a lo que parecía una muerte asegurada también se pasea por mi cabeza. Fue la primera vez que le vi de frente. Lo que me sorprendió de eso era lo normal que parecía. Nunca creí en todo eso, pero siempre pensé que de existir, serían diferentes. Quizás tendrían la piel verde o los ojos rojos. Pero él tenía la piel y los ojos de un marrón oscuro. No es nada extraño, es demasiado común. Quizás si hubiera tenido dos bocas o tres ojos me resultaría más creíble verle montando a un dragón.
Miro de nuevo hacía arriba. Tal vez es porqué mis ojos están cansados, mas me parece que no hay nada que separe mi mano de rozar el cielo azul. No hay ni una sola nube en él, se ve muy hermoso. Me gustaría sentarme en un banco del parque y sacarle una fotografía con mi móvil. Un recuerdo bonito. Seguramente mi móvil, como el resto de mis cosas, estará quemado. También toda mi ropa. Recuerdo que llevo el pijama y pienso que no pasará nada si cierro los ojos ahora mismo y empiezo a dormir de nuevo, que ya voy vestida para eso. Aún así, me obligo a seguir andando.
Suelto un chillido cuando veo casas a lo lejos. Llevo más de seis horas andando y había perdido cualquier esperanza. Solo tres casas, pequeñas y separadas la una de la otra por un buen trozo, pero allí están. No parece que viva nadie por aquí. No hay agua, ni plantas, por lo tanto es imposible que hayan animales y personas.
La verdad es que no he visto un solo árbol o planta desde que desperté, solo arena por todas partes. ¿Cómo es que puedo respirar? Me dirijo a la primera de ellas y cuando llamo a la puerta está cede con el más leve golpe. No hay nadie dentro y me da miedo entrar. La casa es pequeña y está amueblada, por decirlo de alguna manera, ya que apenas hay una mesa, dos sillas, una cama y un armario. No me lo pienso mucho, la visión de la cama puede conmigo, y quizás en el interior de ese armario hay algo — me da igual en que estado — para comer.
Entro en silencio y cierro la puerta detrás de mí. Me acerco al armario y lo abro. No hay nada más que sabanas y un mantel hecho polvo. Me estiro en la cama y pienso que nadie se ha muerto por estar un solo día sin comer, pese a que realmente no se cuanto tiempo hace, y que después de dormir podré ir a buscar en las otras casas.
Cuando me despierto aún brilla el sol pero eso no confirma nada, podría haber dormido solo dos horas o haber dormido todo un día entero. Me cuesta levantarme, aunque estoy más descansada el hambre me está matando. Me da pena abandonar la casa, al menos sería un buen lugar para morir de hambre. Y de sed. No hace calor, pero llevo bastante tiempo sin beber nada. Seguramente moriré antes de sed que de hambre, ya que ahora mismo estoy tan seca que no podría hablar si lo intentara.
Me cuesta mucho llegar a la siguiente casa, cuando realmente no está tan lejos como aparenta, y noto que es apenas un poco más grande que la anterior. Llamo a la puerta y espero, luego intento abrirla yo misma, con las pocas fuerzas que me quedan. Estoy a punto de desistir cuando cede. Exactamente los mismos muebles, dejando de banda un cubo de madera, que para mi desgracia parece haber tenido leche en su interior, pero ahora ya no queda. Lo lamo de forma desesperada, y siento el dolor de una astilla de madera rozar mi lengua, por lo que abandono. Desesperada, absorbo la poca sangre que me sale y aunque tiene un sabor horrible no me importa. Abro los armarios en busca de algo que llevarme a la boca, algo que me hidrate, cualquier cosa. Revuelvo las sabanas y las pocas pertenencias personales que hay y me levanto. No volveré a dormir, no sería buena idea.
Salgo de la casa y empiezo a andar hacía la siguiente. Ahora si que hace calor. Bastante más que antes, pese a que creo que no he pasado tanto tiempo dentro de la casa. A la tercera de esta empiezo a verla cada vez más lejos y me pregunto si realmente está tan distanciada de las demás o si estoy tan mareada que mi mente me juega malas pasadas.
Me gustaría tener un lugar en el que apoyarme, mas solo hay arena cubriendo el suelo, que hace un rato descubrí que no es de tierra, si no de rayuelas marrones. No se como no me di cuenta al principio, por eso no crece nada aquí. Me gustaría intentar levantar alguna para ver que hay debajo pero dudo tener la suficiente fuerza para hacerlo, tal vez no haya nada y esté perdiendo la oportunidad de encontrar algo, quizás agua, en la casa. Parece sin duda más grande que las demás.
Después de lo que podrían haber sido horas estoy a pocos metros de la casa, que incluso aparenta tener dos plantas e intento esbozar una sonrisa pensando que allí de seguro tiene que vivir alguien y que podré beber y comer algo, y quizás hacer las preguntas que llevan conmigo desde que subí a ese bicho. ¡Hablar con alguien! Parece que lleve una eternidad sin hacerlo, parece que lleve una eternidad sin abrir la boca, en realidad. Llamo a la puerta y la empujo y la empujo y la empujo, mas no se abre y tras muchos intentos me desplomo apoyada en esta y no puedo evitar pensar que esto es el final.

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