6. La ciudad


Al parecer lo que dice Zyra es verdad, y aquí debajo solo hay una ciudad, pero es bastante grande. He encontrado un mapa de la línea de buses y metro y he visto que, para haber tenido que tomar solo dos, el edificio donde ella vive tiene que estar bastante cerca de la zona de los almacenes.
No he mirado que había en las cajas, ahora me pregunto para que servirán, habían un montón. También me pregunto de que manera se puso mi madre en contacto con ellos. No observé nada extraño en su comportamiento, al menos no cuando estaba delante suyo. Mi padre quizás sabía algo, o incluso Diana, la mujer de la limpieza. No yo. Mi madre y yo somos cercanas, o eso creo, tenemos una relación normal, pero yo huyo cuando empieza a hablar de esos temas. Quizás debería ser más comprensiva, yo le suelto rollos de horas sobre psicología y la comprensión de la mente y ella no dice nada.
No se porqué ahora mismo cualquier pensamiento me redirige a ella o a mi padre. Intento pensar poco en el segundo. Al menos, si querían algo de mi madre, la deben mantener con vida, pero ese incendio, que no se como se origino, podría... No voy a pensar más en ello.
Necesito un lugar en el que quedarme, por lo tanto, necesito dinero. Aquí no hay mendigos, o al menos no a vista de todos. Tampoco tengo forma de conseguir un trabajo, no tengo papeles y no se cómo funciona nada de lo que hay por aquí. Mi opción sería regresar a los almacenes y dormir allí, pero a estas alturas no sabría regresar, y mucho menos al bloque de piso de Zyra. Lo peor es que no he visto un solo hotel, ni un albergue, ni nada de nada, así que de tener dinero me serviría de poco. Así que me quedaré en la calle por hoy, al menos quiero investigar más por este sitio y ver si puedo conseguir algo más de comida, ya casi es de noche.
Doy vueltas un rato más hasta dar con el lugar perfecto. Una discoteca llena de gente joven que no cierra hasta el amanecer y cuya entrada es gratis. He ido a varias con mis amigas, pero esta es realmente enorme y futurística. La música no es muy diferente a la que suelo escuchar, pero no hay ninguna canción que conozca. Me suenan las tripas pese a que me he comido los restos de la cena de alguien en la terraza de un bar antes de que el camarero se diera cuenta. Al menos la comida no es muy diferente, aunque eso ya lo había adivinado por los macarrones que comí. Me dejo caer en un sofá enorme que rodea una mesa y cierro los ojos. No parece que nadie se vaya a sentar en el espacio que he dejado libre así que me limito a escuchar la música, dormí demasiado, y son muchas las emociones que recorren mi cuerpo, para volver a dormirme, y más con el ruido.
Aunque hay muchas personas con la piel oscura, como Ant, Zyra y Mark, también hay personas con la tez muy blanca, como el resto de su “equipo”, por llamarles de alguna manera. Un grupo de chicas con la piel bastante pálida se me ha acercado y me ha preguntado si pueden sentarse delante mío. He asentido con la cabeza pero me gustaría levantarme y correr a sentarme en otro sitio. Ya es suficientemente triste estar sola en una discoteca, con ganas de llorar y sin un céntimo para tomar nada para además tener que soportar que me miren con pena justo desde delante.
Cuando el dueño del local empieza a echar a todo el mundo me lanza una mirada extraña a mí. No me he levantado del sitio en toda la noche, no he bailado una sola vez, no he tomado nada. Quiero preguntar si abre todos los días, pero me doy cuenta de que eso sería ponerme en evidencia. Debo buscar otros sitios e ir alternando, además, ir dos días al mismo sitio y no tomar nada, podría provocar, tarde o temprano, que me echen. Ahora sí, empiezo a estar un poco cansada. Definitivamente, aquí no hay relojes ni horas, pero diría que son las seis de la mañana y que hasta dentro de dos horas no abrirá nada.
Busco una estación de metro y me estiro en uno de los bancos, el sonido de los vehículos y de la gente que va a trabajar quizás me despierte en un rato, pero al menos de esta forma me puedo relajar. No me atrevo a tomar ningún metro pues no he entendido bien el mapa. Sí, lo mejor será que duerma aquí, pero no que pase la noche, no se cómo serán aquí, pero puede que haya gente peligrosa.
Extrañamente, cuando abro los ojos está lleno de gente y algunas personas me miran, pero nadie dice nada, e incluso los dos o tres niños que deben tomar el metro para ir a la escuela están quietos y en silencio. Claramente, esto en mi ciudad no pasará jamás. Lauren y yo seríamos las primeras en estar chillando y riendo por cualquier chorrada. Lauren. A ella también la hecho mucho de menos. Ya debe tener 18 años. Habrá hecho una fiesta genial, y yo me la he perdido. Quizás la ha retrasado hasta que aparezcamos. Me gustaría saber cómo lleva el mundo nuestra desaparición. ¿Saldremos en todas las noticias? ¿Se acusará a alguien? ¿Estaré aquí tanto tiempo que cuando vuelva ya se me habrá hecho un funeral conmemorativo y la gente se asustará de mi porqué pensará que estoy muerta?
Todo eso suena tan horrible que vuelvo a llorar. Una mujer me mira aún con más curiosidad. Se lo que deben pensar, que soy muy extraña. Ellos lo son, para mí. Muchas de las cosas que hay aquí son conocidas pero extrañas, también.
— ¿Estás bien? — me pregunta uno de los niños, que se acerca y me tiende un pañuelo. Su madre le mira mal y le estira del brazo. La forma en la que me mira a mi es peor, como si yo fuese una paría o hubiera intentado secuestrar a su pobre e indefenso niño ofreciéndole caramelos.
Me levanto preguntándome si será muy tarde. Bueno, si hay niños, a no ser que ya estén saliendo, no pueden ser más de las ocho o las nueve.
— Sí, gracias. — le contesto. No iba a hacerlo, mas se que eso molestará a la madre.
— ¿No llegas tarde al cole? — me pregunta, sonriendo e ignorando el agarre de su madre.
— No, no voy a clase — siento que miento, seguramente ahora tendría que estar en una aula del apestoso instituto al que voy, pero estando aquí eso no es ninguna mentira.
— Encima — escucho que gruñe la madre — estos jóvenes de hoy en día solo saben hacer el vago. — parece que cree que no la escucho, mas no es así, y me aguanto las ganas de decirle cuatro cosas bien dichas. Recuerdo a todas las personas que estaban en el lugar donde pasé la noche y me pregunto si ellos no tendrán que ir también. ¿Todos hacen campana? ¿O no duermen?  El caso es que los había que parecían más pequeños que yo. En todo caso no es mi problema. Me molesta que, solo por estar durmiendo aquí, me haya tachado de vaga, pero se mire como se mire, esa no es una gran primera impresión.
Tampoco creo volver a ver al niño ni a su madre una vez se han subido al metro, así que me siento de nuevo en el banco y observo a la gente ir y venir.
— ¡Susan! — no me giro, casi no conozco a nadie aquí y sería mucha casualidad que alguien me encontrara, así que pienso que habla con otra persona. Hasta que se planta delante mío. No lo reconozco a la primera, pero luego me doy cuenta de que es uno de los otros dos hombres del grupo que me “presentó” ayer Mark. — ¿Dónde has estado? — Yo le ignoro, no tienen porqué meterse aún más en mi vida. Que me busquen cuando encuentren la manera de devolverme a casa o sepan algo sobre mi familia. — Mark nos ha pedido que le ayudemos a buscarte. — dice ignorando que no le hago ningún caso y sacando su móvil para llamarle. Intercambia algunas palabras con él, o eso supongo, y me arrastra hacia el metro. En algún momento tendré que aportar más resistencia al ser arrastrada por alguien, no puedo seguir así. Y más si tengo en cuenta que eso fue lo que me trajo aquí.
Me tranquiliza ver que me lleva de vuelta a casa de Zyra, al menos no seré obligada a quedarme en esos almacenes, sería solitario, y la soledad me impulsaría a derrumbarme de nuevo. Me pregunto si me estabilizaré en algún momento o sí, todo el tiempo que esté aquí, por cualquier detalle, por pequeño que sea, terminaré llorando. Y eso que nunca me he considerado una persona débil, supongo que me mantengo bastante bien para una persona que pasa lo que yo estoy pensando. No se cómo no me he vuelto loca aún y he empezado a arrancar cabezas con los dientes.
El hombre, Neil o eso me ha dicho durante el camino, me deja justo en el apartamento y me dice que tiene cosas que hacer, que tiene prisa. Nada más entrar por la puerta, Zyra, que ha llegado cinco minutos antes avisada por su hermano, me abraza. Me sorprende ver la cara de preocupación que tiene, y me pregunto cuan cariño ha podido llegar a tomarme en solo dos días. Quizás es solo que es muy buena persona y se preocupa y encariña fácilmente.
— Mi hermano quería dejarte perdida por las calles. Suerte que yo le di una reprimenda y le dije que te buscara. Le pidió ayuda a unos amigos y...aquí estas. — sonrío y pienso que sería bastante difícil que Mark en algún momento se hubiera preocupado por mi él solo. — Espero que no salgas más sola por la calle, no es muy típico, pero si te llegan a pedir los papeles podrían volver a meterte en un centro.
— ¿Un centro? — pregunto extrañada sintiendo que eso no suena muy bien.
— ¿No vienes de uno? Teniendo en cuenta como vestías y que no conoces la ciudad ni tienes parientes a los que acudir pensé que eras una menor sin reclamar. — no he entendido mucho, pero parece que es un lugar dónde viven los hijos sin padres. Pero eso de sin reclamar...no suena muy normal.
— ¿Dónde has estado? — me inquiere, claramente cambiando de tema porqué yo iba a preguntarle sobre eso, y se notaba.
— He paseado por la ciudad, es enorme.
— La verdad es que sí. Algún día te la enseñaré mejor, te mostraré sus rincones. 

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